¿Vives conforme a tus valores?
Piensa cuántas veces te has hecho esta pregunta. Pocas veces, ninguna… prácticamente la mayoría de nosotros hasta que no nos pasa algún acontecimiento o situación que nos haga parar, nos dejamos llevar por el ritmo frenético de nuestro día a día sin realmente pararnos a pensar, ¿vivo la vida que quiero? ¿Vivo conforme a mis valores?
¿Qué son los valores?
Los valores podemos definirlos como las creencias que tenemos los seres humanos y orientan nuestra conducta y determinan nuestra manera de ser.
Cada persona tiene su escala de valores propia y pueden variar a lo largo de la vida.
Los objetivos que nos marcamos en la vida están en consonancia con nuestros valores.
Es importante marcarnos objetivos en los distintos ámbitos de nuestra vida y revisarlos cada cierto tiempo.
Los objetivos son como nuestro timón, nuestra guía, hacia donde quiero llegar y que quiero conseguir.
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), forma parte de una de las corrientes llamadas de Tercera Generación y trabaja en base a los valores.
Una de las máximas exponentes de esta corriente es Carmen Luciano.
Carmen Luciano junto con Kelly G. Wilson en el libro plantean la Metáfora del Jardinero que nos ayudará a ponernos en contacto con lo que realmente importa en nuestras vidas y queremos.
Metáfora del Jardinero
Supón que eres el jardinero de tu jardín. Te gusta cuidar de sus plantas y que nadie más que tú tiene responsabilidad sobre el cuidado de tus plantas.
Además de plantas, en nuestro jardín también se encuentran algunas semillas que nosotros mismos hemos plantado. Son nuestros objetivos. ¿Por qué hemos elegido estas semillas y no otras? Probablemente se deba a que queremos tener un jardín como el del vecino, quizá porque nos lo han sugerido con demasiado énfasis las personas que nos rodean, o tal vez porque realmente nosotros deseamos las plantas que brotarán de ellas. ¿Cuál es nuestro caso?.
El crecimiento de las plantas requiere su tiempo. Muchos jardineros se impacientan, empiezan a plantar más semillas para comprobar si, al contrario de las ya sembradas, de ellas brotan plantas con más rapidez. Sin embargo, las semillas recién plantadas, como todas, requieren su tiempo para convertirse en plantas frondosas.
Muchos jardineros, cuando plantan una semilla se imaginan todos los detalles de la planta que crecerá. Y cuando observan que la forma o el color de las flores o el número de hojas no son exactamente como habían previsto, empiezan a creer que han escogido la planta equivocada o que quizá no hayan realizado de forma correcta su labor. Otros, en cambio, observan sus plantas y aprecian y disfrutan de esas pequeñas sorpresas de la naturaleza. ¿Nos desespera lo que no se ajusta a nuestras expectativas?.
Quizá al acabar esta metáfora, te pueden venir las siguientes preguntas:
¿Identificas las plantas de tu jardín? ¿Cuánto tiempo dedicas a cada planta? ¿te has olvidado de regar alguna?
En líneas generales, ¿estás contento con el cuidado de tu jardín?
Cualquier momento es bueno para tomar conciencia de nuestro jardín, que hay allí ahora y poder decidir que queremos plantar y cultivar en él.
Recuerda que tú eres el único jardinero de tu jardín y tienes la última palabra de las cosas que quieres hacer en él.