La mayoría de nosotros solemos pensar que somos lo que pensamos, ni siquiera nos paramos a pensar en la posibilidad de que esto no sea así. Es decir, nos identificamos con nuestros pensamientos.
¿Alguna vez habéis pensado la cantidad de pensamientos que nos asaltan a lo largo del día?
Según estudios científicos tenemos 60000 pensamientos al día y la mayoría de ellos son negativos, repetitivos y relacionados con el pasado.
Nuestro cerebro está diseñado para la supervivencia y no para la felicidad, según el profesor Francisco Mora, director del Departamento de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.
Los millones de años de evolución nos han permitido desarrollar un sistema totalmente preparado para salir de los peligros sin pensar (recordad a nuestros antepasados teniendo que luchar con los distintos animales que se encontraban), por lo que nuestra atención siempre está más focalizada en lo negativo, en los peligros y en nuestra supervivencia.
¿Qué son los pensamientos?
La sobreestimulación a la que estamos sometidos, junto con el frenético ritmo de vida que llevamos, hace que la mayor parte del tiempo funcionemos en piloto automático, es decir, sin ser plenamente consciente ni de lo que hacemos ni de lo que pensamos.
La mayoría de nuestros pensamientos son automáticos, es decir, aparecen en nuestra conciencia en contra de nuestra voluntad.
De hecho, cuanto más queremos desprendernos de algún pensamiento negativo y/o repetitivo, más aparece.
Vamos a hacer el siguiente experimento: si te digo, no pienses en un elefante rosa. ¿Qué ocurre? Efectivamente, tenemos al elefante rosa en primer plano.
Los pensamientos no son más que cadenas de palabras.
El problema viene cuando nos identificamos y nos creemos lo que pensamos.
Ejemplo: dos pensamientos, «soy un plátano» y «soy tonto», los dos son pensamientos, el primero no me lo creo, no me identifico con él y, el segundo si.
A tener en cuenta:
- Cualquier pensamiento puede ser cambiado: cambiamos de pensamientos a lo largo de la vida.
- El grado de credibilidad no tiene nada que ver con el grado de veracidad. Ejemplo: los prejuicios.
¿Cuáles son los errores típicos de pensamiento?
Todos nosotros en mayor o menos medida cometemos los llamados errores típicos de pensamiento y al ir definiéndolos seguro que cada uno de vosotros os sentís más o menos identificados con cada uno de ellos.
- Prestar atención sólo a lo negativo: la atención está centrada solamente en las cosas negativas o inadecuadas. Ejemplo, vas a hacer la compra, compras todo lo que está en la lista, pero se te ha olvidado la sal y tu atención se va a eso.
- Personalizar: vernos responsables de situaciones en las que no tenemos que ver. Aparecen emociones como la culpa. Ejemplo: madre que deja ir a su hija a una excursión y se cae.
- Pensamiento dicotómico: categorizamos las experiencias en términos extremistas, por ejemplo blanco-negro, bueno-malo, perfecto-desastre, amor-odio. Ejemplo: en la cena faltó algo de sal en la ensalada, luego fue un perfecto desastre.
- Generalizar: sacamos conclusiones generales a partir de un detalle específico y conectado a una situación concreta. Se confunde el nivel de ejecución de una determinada conducta con la valía personal. Ejemplo: derramar un poco de leche al servir el desayuno y pensar no hago nada bien.
- Sacar conclusiones sin datos: llegar a conclusiones que no se desprende de la realidad. Hay una adivinación del pensamiento de los demás y del futuro como si tuviésemos una bola de cristal y pudiésemos adivinar el futuro. Nos pasamos la vida preocupándonos por cosas que nunca pasarán o pasarán de forma diferente a como hemos imaginado. Ejemplo: lo voy a pasar muy mal en la fiesta, no voy.
- Excesivo uso de expresiones debería/tengo que: pensar y actuar en función de como «deberían ser las cosas» en lugar de como son en realidad.
- Magnificación y/o Minimización: magnificar tus errores y los éxitos de los demás. Minimizar tus éxitos y los fracasos de los demás.
- Etiquetación: ponernos etiquetas «soy una perdedora», «soy un quejica»…
¿Cómo influyen los pensamientos en mi vida?
Son nuestros pensamientos los que determinan cómo nos sentimos y cómo actuamos.
No somos conscientes de como los pensamientos determinan y condicionan nuestra vida.
No puede haber un estado emocional si antes no hay una interpretación que lo haya provocado.
Lo que nos decimos a nosotros mismos, nuestros juicios e interpretaciones, es decir, nuestro diálogo interno, provocan directamente nuestros pensamientos y, por tanto nuestras emociones.
Pero no nos confundamos, si hubiera una relación directa entre lo que nos sucede y cómo nos sentimos, a todo el mundo que le sucediera lo mismo, reaccionaría de la misma manera. Y eso no es así.
Es más, si el mismo acontecimiento le ocurre varias veces a la misma persona, probablemente, las reacciones emocionales van a ser distintas cada vez.
Los pensamientos negativos pueden generar malestar emocional y desencadenar en diversos problemas relacionados con la salud mental, como ansiedad, depresión….
Los pensamientos negativos tienen, por suerte, un tiempo determinado, salvo que nosotros hagamos lo contrario, esto es, hacerles caso dándoles la oportunidad de crecer.
Situación: voy por la calle, veo a un compañero de trabajo y no me saluda.
Interpretación 1: No pasa nada, no me habrá visto. Emoción 1: tranquilidad, bienestar, no le influye de forma negativa.
Interpretación 2: ¡Qué maleducado! No sé por qué no me saluda. Emoción 2: enfado, rabia, ira…
Interpretación 3: Igual está enfadado por algo que he hecho o dicho, pero no sé el qué… Emoción 3: tristeza, agobio, malestar, incertidumbre, culpa….
Muy buen articulo